Desenf… que no: Profundidad de campo

Muchas veces habremos visto una fotografía donde vemos una parte o un elemento perfectamente nítido y el resto de la foto desenfocada. Podemos pensar que es, simplemente, desenfoque selectivo… pero la profundidad de campo es un término algo más complejo que todo eso.

Este término es utilizado en el lenguaje fotográfico para referirnos al «espacio por delante y por detrás del plano enfocado, comprendido entre el primer y el último punto apreciablemente nítido reproducidos en el mismo plano de enfoque.» Hablando claro… la distancia focal en una foto sería la zona que se ve nítida.

Tendemos a pensar que la profundidad de campo solamente depende del enfoque, pero realmente no es así… no es simplemente un efecto, es en sí un recurso de composición que nos ayuda a destacar elementos o partes de nuestras fotos, a darles más importancia, a mostrar niveles que a simple vista no se ven…

¿Y cómo la consigo?

Lo primero a tener en cuenta es la apertura del objetivo. Cuanto menor sea la apertura (cuanto más cerrado esté), la profundidad de campo será mayor. Por lo tanto, cuanto mayor número f usemos, la zona nítida será más amplia.

En segundo lugar, debemos tener en cuenta la distancia a la que nos encontramos del sujeto o elemento al que le estamos haciendo la foto. Simplemente porque, cuanto más cerca estemos, menos será la profundidad de campo y menos destacará el elemento porque será muy poco lo que podamos ver por delante y detrás de él.

Y en tercer lugar, la distancia focal. Cuanto menor es la distancia focal de nuestro objetivo, mayor será la profundidad de campo. Por ejemplo, si hacemos zoom, estamos aumentando la distancia focal. Es decir, que si estamos ante tres flores y hacemos una foto y luego «ampliamos» la escena acercándonos con el zoom… es más fácil conseguir que una de ellas esté más nítida y destacada que las demás.

A mí esto no me sale: el enfoque

Ya sabemos que en las cámaras, si queremos, pueden hacerlo todo prácticamente solas. Pero, ¿por qué a veces lo hacen mal? ¿Por qué dicen que es mejor que lo hagamos mejor nosotros? ¿Es mejor el modo manual que el automático? ¿El AF no sirve para nada?

El enfoque automático (AF)

Lo primero que deberíamos saber del enfoque es que existen el AF (autofocus o enfoque automático) y el MF (enfoque manual). Un error básico es pensar que el AF es el modo en que nosotros no tendremos que preocuparnos del enfoque porque la cámara ya lo hace sola. Y es un error porque el AF es un sistema inteligente, pero aún así debe ser guiado. Vamos a ver cómo se puede optimizar todo lo posible el AF:

Punto de enfoque

Cuando miramos por nuestro visor al mundo, en la mayoría de las cámaras nos vamos a encontrar con que sobre el mundo que se abre ante nuestros ojos hay algo más… una cuadrícula de puntos de enfoque.

Esta cuadrícula tiene una misión más importante de lo que podemos pensar. El enfoque automático trabaja siempre a nivel del punto de enfoque que hayamos seleccionado. Ese punto será la referencia. Según veamos necesario, elegiremos un punto u otro desde el menú y será siempre donde debamos apuntar cuando estemos tomando la foto. Cuando el AF consiga enfocar, ese punto se pondrá en rojo (siempre hay que darle tiempo para enfocar  manteniendo el disparador pulsado solo a medias).

Cuando se utiliza el AF en los 9 puntos, la cámara suele intentar seleccionar los elementos que están más cercanos y los enfoca. Seleccionando el punto de enfoque, seremos nosotros los que le diremos a la cámara a partir de dónde debe empezar a enfocar en la escena. Además, podemos enfocar a un punto y luego movernos cambiando el encuadre sin soltar el botón. Se mantendrá el punto que hemos elegido aunque hayamos modificado la vista.

Modo AF

Pero esto no es lo único. Si siempre que utilizásemos el autofocus la cámara se comportara igual, dejaríamos de utilizarlo. Hay que conocer otra función que en muchas ocasiones nos será de muchísima ayuda, que también podemos configurar a nuestro gusto: los modos AF. Al igual que con los puntos de enfoque, cada fotógrafo tiene su favorito, pero está claro que cada modo tiene su función.

Normalmente nos encontraremos 3 para Canon: ONE SHOT, AI SERVO y AI FOCUS (para Nikon S, C, A)

El modo ONE SHOT (S o AF-S) es el más común. Se utiliza para escenas sin movimiento, como paisajes o retratos. A cada foto que queramos hacer le tendremos que dar un enfoque.

El modo AI SERVO (C o AF-C) es conocido como enfoque contínuo. Se emplea en escenas donde hay movimiento, en la naturaleza y para los deportes, por ejemplo. Si seguimos al elemento (habiéndolo enfocado previamente con el disparador hasta la mitad) sin levantar el dedo podemos fotografiarlo sin que pierda el punto de enfoque. Normalmente se combina con el disparo en ráfaga.

El modo AI FOCUS (A o AF-A) podríamos decir que es una combinación de los dos anteriores. Es conocido como el enfoque inteligente porque en teoría aplica el ONE SHOT en las escenas estáticas, pero el AI SERVO se activa cuando ese sujeto enfocado se mueve.

Enfoque manual

Hay en muchas ocasiones en las que el AF no nos terminará de convencer… o simplemente al intentar enfocar la rueda no para de dar vueltas y no conseguimos hacer la foto. ¿Por qué? Porque no es infinito ni omnipontente, aunque sea «inteligente» no puede saber qué es lo que nosotros queremos en cada momento o no va a ser capaz de enfocar en situaciones donde no puede encontrar un punto de enfoque aunque nosotros lo veamos muy claro. Hay objetivos más lentos, más rápidos, más ruidosos… solo tenemos que encontrar hasta dónde queremos llegar y así podremos saber cuándo cambiar del automático al manual. Aunque eso no significa que absolutamente siempre debamos usar el manual, no es ningún delito usar el AF ni muchísimo menos.

Normalmente lo cambiamos cuando vemos que «la cámara no llega», pero hay ocasiones en las que no debemos siquiera pensarlo y tener desconectado el AF desde el primer momento:

1- En escenas poco iluminadas

2- En macro-fotografía y fotografía de aproximación

3- Cuando queramos resaltar detalles

4- Cuando necesitemos una buena profundidad de campo

5- En los retratos (siempre y cuando queramos resaltar detalles o haya poca iluminación)

6- A través de los cristales o en las superficies con varias texturas o niveles (la cámara siempre tiende a enfocar lo que tiene más cerca)

7- Con elementos muy rápidos

8- Si no tenemos estabilizador (si tenemos mal pulso o si lo que queremos sacar está demasiado lejos y no tenemos dónde apoyarnos)

Otras opciones: modo A-DEP

Dentro del dial de control en la parte superior de la cámara tenemos todos los modos en los que podemos disparar (manual, automático, programa, etc.). Y entre ellos se encuentra el modo A-DEP (en Canon, desconozco si Nikon cuenta con este modo y su nombre. Por lo que he leído solamente Canon lo tiene)

Con este modo podemos eliminar la profundidad de campo cuando queremos fotografiar una escena en la que los distintos elementos se encuentran a distancias considerables. Si nosotros queremos que en la foto se vean todos dentro de la misma profundidad, podemos hacerlo con A-DEP. Esto podríamos hacerlo en el modo manual, o usando el modo de prioridad de apertura (que veremos más adelante), pero si somos poco experimentados o tenemos prisa es muy buena opción.

Cámara digital vs ojo humano

Hemos subrayado muchas veces que es importantísimo conocer los componentes de nuestra cámara… pero también es bastante importante que conozcamos cómo funciona por dentro.

Para ello, lo más sencillo es que comparemos a la cámara con el ojo humano:

Todos hemos estudiado en el colegio su funcionamiento: lo que vemos es el resultado de lo que el ojo ha captado, una vez procesado por nuestro cerebro. Como ya sabemos, los globos oculares perciben lo que nos rodea al revés y es el cerebro quien se encarga de procesar la imagen y darle la vuelta, al igual que corrige las distorsiones (como las líneas cuando convergen).

La retina vs el sensor

El cuerpo humano es una máquina perfecta y el ojo humano no encontrará rival nunca a la hora de captar imágenes. Por eso muchas veces nos frustramos cuando hacemos fotos porque «la cámara nunca hace lo mismo que veo yo». Esto es, entre otras cosas, porque el cerebro construye una imagen tridimensional de la realidad mientras que las cámaras (tanto las fotográficas como las de vídeo) no son capaces. Debemos echarle también un vistazo a la teoría del color.

La pupila vs el diafragma

La pupila es ese orificio situado en el centro del ojo que, a partir de su dilatación y contracción permite la entrada de la luz en mayor o menor medida. Lo mismo ocurre con el diafragma de la cámara fotográfica. Cuanto más abierto permanezca, más luz entrará y viceversa.

Cristalino vs lente

Un ejemplo muy fácil: si nos ponemos una gafas de sol, la imagen que percibimos será la misma que normalmente, pero más oscurecida. Lo mismo ocurre si las ponemos ante la lente de nuestra cámara. Al igual que la lente, el objetivo principal del cristalino es enfocar las imágenes a diferentes distancias.

Prueba a mirar dos objetos que estén uno más cerca de ti que el otro. Tus ojos pueden enfocar a su antojo: los dos a la vez, uno solo, ninguno de los dos… Como ya hemos dicho, el ojo es un órgano potentísimo y perfecto, por lo que es resultado será mucho más rápido frente al de una cámara.

Cerebro vs procesador

Al igual que en el caso del cuerpo humano, la luz es captada por el ojo y se procesa y convierte en un rapidísimo camino hacia el cerebro, que es quien la interpreta.

Antiguamente, lo que captábamos con la cámara, se imprimía directamente sobre la película fotográfica que colocábamos en el interior del aparato. Pero en la actualidad, gracias a la fotografía digital, el procesador de imagen es el nuevo cerebro de la fotografía. Es quien interpreta los datos que el sensor ha recogido y crea la imagen final que podemos ver en la pantalla.

Según la calidad del sensor depende la calidad de la luz, es decir, la representación de los colores, la exposición, etc.

Después de esto, por si no nos ha quedado claro o queremos ampliar, podemos echarle un vistazo a un par de post de Xatakafoto donde nos explican el proceso con más profundidad.

Aprende a querer a tu equipo

Lo repetiré una y mi veces: habrá mucha gente que nos diga que nuestra cámara es buena o mala, pero nunca debemos hacerles caso.

Para bien o mal, tenemos lo que tenemos. Ya sea porque no nos podemos permitir otra cosa o porque estamos empezando y aún no nos manejamos con nada más avanzado (que no mejor), debemos sacarle el máximo partido a nuestra cámara. Y a nuestro objetivo, por supuesto.

Como estudiante que soy, yo no me puedo permitir gran cosa y llevo 3 años con una cámara prestada (Canon Eos 400D) y su correspondiente objetivo, que venía incluido en el pack. Los injustamente llamados pisapapeles son aquellos objetivos que vienen normalmente con las cámaras cuando las compramos y no suelen ser de lo mejor que encontremos en el mercado, pero sí es verdad que sirven bastante bien para aprender. Son muy aprovechables, por así decirlo, ya que permiten un uso bastante general y nos obligan a esforzarnos y a saber lo que queremos y necesitamos por culpa de sus limitaciones. En mi caso y en el de muchísimos otros, mi objetivo es un 18-55mm, muy modesto. (Esos mm, para los iniciados, son la distancia focal de la lente, que no es más que la distancia de separación entre el centro óptico y el punto de convergencia de los rayos cuando enfocas a infinito). Más adelante analizaremos en profundidad las lentes.

¿Y qué haces con eso? Pues no mucho y todo. Hay que echarle horas y muchísima paciencia, pero podemos acabar consiguiendo fotos como esta:

Esta:

O esta otra:

Como veis, no hay que amargarse y pensar que la cámara «no llega». Siempre hay que pensar que el que «no llega» eres tú y esforzarse al máximo para hacerlo. Yo he tardado bastante en darme cuenta de que, por ejemplo, para sacar una fotografía macro necesito los instrumentos necesarios… pero que con los míos puedo obtener resultados más que decentes. Y que si el zoom no se abre o se cierra lo suficiente, soy yo quien tiene que acercarse o alejarse. Las cámaras y los objetivos no son buenos o malos en sí mismos. Son buenos o malos para ti. Un teleobjetivo de 4000 euros puede ser malo para ti al igual que una cámara semi-profesional modesta puede ser lo mejor que te puedas encontrar en tu camino. Hasta que no aprendas esto no disfrutarás de la fotografía y vivirás frustrado.

Si tu objetivo no llega a ver la luna, mira hacia abajo. Seguro que encuentras algo que vale la pena también.